
La vía respiratoria comienza en la nariz, la cual constituye una barrera física con las funciones de filtrar, calentar y humidificar más de 10.000 litros de aire por día, antes de que ingresen a los pulmones. Esta función de limpieza y de barrera inmunitaria protege a la vía inferior y evita infecciones y episodios de broncoespasmos.
La mucosa nasal y bronquial poseen características funcionales comunes, aunque por sus diferencias anatómicas, la manifestación clínica es diferente. La inflamación de la mucosa puede generar tanto obstrucción con insuficiencia ventilatoria nasal y pérdida del olfato y en la vía inferior manifestarse como disnea secundaria al broncoespasmo.
El ASMA se la define como una enfermedad heterogénea, caracterizada por inflamación crónica de las vías respiratorias y síntomas respiratorios tales como sibilancias, dificultad para respirar, opresión en el pecho y tos que varían con el tiempo y en intensidad, junto con la limitación variable del flujo de aire espiratorio.
Entre el 75-80% de los pacientes con asma tienen rinitis. Entre un 15 a 40% de los riníticos desarrollan asma.
La rinitis es la inflamación de la mucosa nasal y se caracteriza por rinorrea anterior o posterior, estornudos congestión y obstrucción nasal, prurito nasal y anosmia. Hay varios tipos de rinitis que pueden ser clasificadas: A) POR SU ETIOLOGIA: Infecciosa, Alérgica (25%), NARES (Síndrome de Rinitis No Alérgica con Eosinofilia), Vasomotora, Hormonal, Ocupacional, Farmacológica e IdiopáticaB) POR SU DURACIÓN: intermitente y persistente.C) POR SU GRAVEDAD: leve, moderada y grave.
En riníticos estacionales el asma se presenta en el 10 al 15%. La rinitis grave persistente se presenta en un 25 a un 40% de los asmáticos.
Otras afecciones que se asocian al asma son la sinusitis crónica y pólipos nasales, y ambas se encuentran relacionadas con el fenotipo eosinofílico y el grado de severidad del asma.
La evaluación de la afección incluye una detallada historia clínica, junto con un examen clínico, laboratorio, pruebas cutáneas, espirometría y estudios de imágenes de los senos paranasales. Identificar y evitar los posibles desencadenantes de la inflamación de la vía aérea constituye la primera acción frente al paciente, conjuntamente con evitar la exposición al humo del tabaco. Los tratamientos disponibles pueden actuar tanto en la inflamación aguda como en la prevención. Las opciones terapéuticas incluyen desde antihistamínicos para la fase aguda como los esteroides inhalatorios, anti leucotrienos e inmunoterapia como opciones de mediano o largo plazo. El abordaje interdisciplinario entre el clínico, alergista, neumonólogo y otorrinolaringólogo garantiza una evaluación integral del paciente para arribar a la mejor opción de tratamiento posible.
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